Llegas, ves un aparcamiento fetén
y lo clavas, y más a esas horas; empiezas tu
maniobra y te percatas de que hay alguien en el coche de al lado,no le das excesiva importancia pero al poco tiempo, te das cuenta, sin embargo, de que es una persona rara...
Aún así
continúas a lo tuyo, sin más, ves como se te abalanza y empieza un diálogo
absurdo. Parece ser que sin tu darte cuenta has rozado su vehículo, cosa materialmente imposible pues tu coche no
tiene ningún tipo de marca ni rasguño y el suyo tampoco. Después de lo
cual “la señorita” te propina una serie
de insultos sin venir a cuento, tú, que tienes que ir a trabajar, pasas
absolutamente de todo… pero lo peor no es eso; cuando elevas un poquito la voz para decirle que
se calle, que no tiene razón, empieza a decir que ya estamos con el sexo débil,
que hasta ahí podíamos llegar, quiero que
admitas que has dado a mi vehículo y nos vamos en paz…
¡Será posible! Hasta
cuando uno, por el hecho de ser hombre ha de admitir que él es el que acosa,
grita e incluso intimida a la mujer. Afortunadamente los tiempos cambian pero
algunas personas se niegan a aceptarlo.
¿Por qué en una primera cita el hombre
tiene que pagar la totalidad de la cuenta? ¿Por qué no lo hace ella? O si nos
ponemos de otra forma, a medias, ni para ti ni para mí. Otra cosa que se estila
mucho es el tema “coche” ¿Por qué tiene que llevar él el coche y no ella?
¿Abrir la puerta a ella? ¡Anda ya! Cada día que pasa, confío más en los
animales...
¡Be water my friend!
¡Be water my friend!
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