
Y sí, aquella época era otra. Cuando salías a la calle, no tenías que ir con un ojo en el cogote por si alguien podría hacerte algo. Pendiente de si había un hueco en el suelo que te llevara al otro barrio, o tal vez tropezaras con tan mala pata que te quedaras cojo en el mejor de los casos…
Noche sin día, día sin noche, eres tú quien aparece seas o no serás, siente o padece, crezca o desfallezca, la que siempre espera, la que se hace esperar, la única que entra en mi mente la que siempre está en lo cierto, con la verdad absoluta, la que estando sin estar, la que miente cuando no me doy cuenta o sencillamente me hago el bobo, la que quiere, la que ama la que odia, la que entra, la que sale, de mi mente sin yo permiso darle, la que ríe, la que llora, la que pasa de contestar a mis whatsapps, pero en cambio quiere respuesta inmediata cuando ella manda uno… ¿Incongruencia? ¿Ley del embudo? Llámalo X. ¿Estresada? ¿Cohibida tal vez? ¿Tímida? ¿Temerosa?
Acércate a mí, sigo y estaré estando donde me conociste, te esperaré… pero… ¿hasta cuándo?

Todo esto y mucho más me conduce a ti... y lo más gracioso de todo esto es que sólo se me ocurren dos palabras:
Te quiero...
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